Tener devoción y confianza en San Judas Tadeo, como santo de Dios Nuestro Señor y abogado especial de las causas humanamente difíciles o perdidas, es ante todo contar con un amigo que nos acompaña en la vida diaria para llegar al cielo. No es para cumplirnos deseos o una pildora mágica que nos cura de todo.
San Judas Tadeo fue un ser humano, no es una imagen de yeso o madera.
Tuvo la ventaja de ser familiar, amigo y discípulo de Cristo, pero no por eso fue menos humano. El se encontró con nuestros problemas diarios, con nuestras mismas tentaciones, con nuestras debilidades humanas, pero supo superar todo t llegar a la santidad por medio de la lucha de todos los días.
Como él fue amigo de nuestro Redentor, también nosotros debemos ser amigos de Cristo. Y si deseamos la amistad de Jesús, encontramos en San Judas Tadeo nuestro intercesor dispuesto, ansioso de prepararnos para una unión de voluntades que comenzará aquí en la tierra y encontrará su máxima expresión en la eternidad.
La verdadera devoción a San Judas Tadeo no es contentarse solamente en rezos, novenas o triduos, creyendo que esta devoción sea un trato comercial con el Santo: concédeme esto y te doy lo otro…
La novena o e triduo no es un cheque al portador… te lo doy y me lo pagas. Tampoco es una manera más rápida de obtener un favor o un milagro. Es un período de devoción especial al Santo en el que tratamos de imitar sus virtudes.
Visto, desde este punto, las novenas o triduos juegan un papel muy importante nuestra vida habitual. Y la mejor manera de hacer estas devociones es comenzarlas después de habernos confesado y asistir a misa y comulgar, si es posible, durante los días que se haga la novena o triduo.
Las cadenas, que recibimos por correo o alguien nos deja debajo de la puerta de la casa, y que amenazan con castigos si no se cumplen y prometen mágicos resultados o la certeza absoluta de conseguir lo pedido, no son buenas. No se deben hacer porque desprestigian nuestra religión y la misma devoción a San Judas Tadeo o a otro santo.
Distribuirlas no es bueno, porque nos hacemos cómplices del mal, pues aumentamos la superstición. Hay que romperlas o quemarlas, sin miedo. No seamos supersticiosos. No tengamos miedo.
Confiemos en el amor a Cristo, que salva y no condena.
El Señor, por medio de San Judas Tadeo, libera, no encadena.